Fundación Lisón-Donald
artículo escrito por Fundación L-D

BEATRIZ MONCÓ in memoriam

17-12-2023

La noticia de la muerte de Beatriz Moncó nos causa profunda tristeza. La Fundación Lisón-Donald muestra su desolación y pesar con este recuerdo que ha vertido en escritura Ricardo Sanmartín, miembro de su Patronato y envía sus sinceras condolencias a su familia y colegas.

BEATRIZ MONCÓ in memoriam

Ricardo Sanmartín

Quienes escribimos libros y artículos por nuestra profesión universitaria, se supone que estamos acostumbrados a hacerlo. Encaramos un problema y buscamos comprenderlo al intentar plasmarlo con palabras. Pero cuando queremos rendir homenaje a una compañera con quien hemos compartido todos los aspectos de la profesión durante, prácticamente, toda la vida, nos sorprende este quedarnos sin palabras. Nos invade una torpeza desconocida que va más allá de las emociones. El dolor por la pérdida de una amiga -de todo amigo-cuesta concretarlo en una descripción. Perdemos un trozo de nosotros mismos y eso nos enfrenta, de repente, con un problema humano mayor. No es solo que, a partir de la pérdida, cambiamos y ya no somos los mismos, sino que al hecho de perder una parte se suma una larga serie de cuestiones que sentimos como un reto.

Perder a una persona es tan difícil de describir porque la persona misma es inabarcable, y eso plantea de raíz el problema antropológico. Tendremos que etnografiar el dolor, las emociones, el saber y el mismo desconocimiento, y pasar a describir los hechos porque, de pronto, todo empieza desde la raíz de lo insólito. No se nos pregunta solamente por quién era esa persona, tampoco solo por nosotros. Ese que empezamos a ser tras la pérdida, se ha transformado en un miembro fantasma que amenaza con deglutir a quien fuimos. No siendo ya quien fuimos, nos damos cuenta de que dimos demasiado por sabido y, sin saber cuánto ahora vemos desconocido, solo reconocemos el hueco y la sombra grande de lo ido. Esta necesidad de observár el hueco e intentar comprender pone al descubierto que la demanda de respuesta es sentida como una necesidad.

Aunque las creencias sean muy distintas entre las personas y, como bien sabía Beatriz, entre sociedades y culturas, observamos que la necesidad de alguna respuesta es tan universal como la humanidad. Esa es una forma de detectar la presencia de nuestra factura social en cada separación del grupo.

A Beatriz Moncó le gustaba escribir y buscar en la etnografía de la historia la vida que ya no se podía dar por sabida en los documentos tras haber pasado con los años la guadaña del tiempo. Quizá uno de sus primeros libros merezca destacarse: Viaje de la China del Padre Adriano de las Cortes. Alianza Universidad, 1991, en el que edita y analiza el manuscrito de Adriano de las Cortes con rigor, destacando el choque entre dos posiciones etnocéntricas, la de un religioso español del siglo XVII, náufrago sediento en las costas de China, y sus captores chinos que no entendían cómo rechazaba el té que le ofrecían y que él creía agua caliente y sucia hasta tal punto que tenía hierbas a la vista. El estudio pionero de Moncó sobre el diálogo intercultural ahonda en múltiples campos de experiencia donde ambas culturas diferían, tema que luego ha sido ampliamente estudiado en la comunidad científica. El texto de la autora tiene su propia historia. Publicado en una excelente editorial española iba a ser destruido por la editorial al no poder guardar físicamente tanto papel en sus almacenes. Beatriz cargó cajas de sus ejemplares que regaló durante varios cursos a los alumnos de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo. Un ejemplar llegó a Inglaterra muchos años después. El interés que no logró entre nuestros escasos lectores lo logró en Cambridge. Se tradujo al inglés y al chino y esa ha sido su última publicación.

Beatriz sabía escribir bien, no solo sus libros de Antropología. También escribía cuentos en los que trenzaba rasgos de mitos y leyendas con una visión contemporánea de la infancia, en todo lo cual se escondían figuras arquetípicas universales. En otros cuentos, con un lenguaje adaptado al lector, abordaba pedagógicamente las diferencias que la cultura había creado entre géneros. El género fue un campo de investigación y docencia en el que Beatriz Moncó fue pionera en la Antropología Cultural en España. En 2011 publicó en Madrid, Editorial Síntesis Antropología del Género, donde puede apreciarse ambos objetivos, docente e investigador, muy leído por colegas y alumnos.

Tras su trabajo de campo en la ciudad de Madrid, su investigación en Antropología del Género la proyectó también sobre la Historia. La profesora Moncó siempre unió su interés sobre la Historia al campo de la Antropología y en este caso, además de su libro sobre China, debemos destacar su Mujer y demonio: una pareja barroca. Instituto de Sociología Aplicada de Madrid, 1989. De nuevo en el siglo XVII, inspirada en nuestro común maestro Carmelo Lisón Tolosana, se sumerge en la documentación sobre el Convento de la Encarnación Benita de Madrid creado en 1623. La vida de las monjas se ve alterada al sufrir una tensa epidemia de casos de posesión en la que interviene el Santo Oficio. Moncó toma los relatos de la Inquisición y de las monjas como etnografía de la cultura de la época, en la que las concepciones históricas de género pesan tanto como las de la religión en la mentalidad barroca de la España de 1628. En esta misma línea, B. Moncó estudió no sólo monjas, sino también otras formas femeninas de entender la espiritualidad y la libertad. Fue el caso de las beatas en los siglos XVI y XVII, en soledad, sin obedecer a padres o maridos sino a su fe y conciencia, sin necesidad de hacer votos, afirmándose en su sola promesa.

Los temas que han caracterizado sus aportaciones a la Antropología Social revelan, sin duda, una parte importante de la persona que fue Beatriz Moncó, su fortaleza, su libertad, su capacidad para mirar y ver, reconocer e identificar la raíz de los problemas y, sin duda, su determinación y constancia para encarar la realidad e intentar, con gran generosidad, resolver los problemas humanos. No podemos etnografiar, no obstante, a la persona. Siempre queda la fuerza de su propio misterio a salvo recordándonos el sentido de toda individualidad y el respeto al que nos mueve con su huella imborrable en el recuerdo.

Bibliografía citada