Fundación Lisón-Donald
artículo escrito por Fundación L-D

Festividad de Santa Marta de Ribarteme

16-08-2023

En relación con los recientes acontecimientos en la celebración de Santa Marta de Ribarteme, la Fundación Lisón-Donald les recuerda la rigurosa y brillante etnografía que realizó en el profesor Lisón en As Neves y en otros lugares, de la que es muestra los párrafos siguientes:

“La procesión funeraria es un dramático reconocimiento de la finitud impotencia y miseria de la vida humana. Los pobres que exponen sus llagas las mujeres con rodillas ensangrentadas y los vivos, haciendo públicamente de muerto, narran en vivo nuestra propia contingencia, nuestra dolorosa humanidad, elevan a primer plano y encaran nuestra nuda realidad, la irremediabilidad de nuestra tragedia. La procesión de ataúdes irradia suficiente energía como para hacernos pensar en la crueldad del azar, en la miseria de la enfermedad, en la indignidad de la muerte y en el consiguiente olvido total y para siempre; eso es lo que somos eso, es lo que significa ser humano, somos marionetas de fuerzas que nos trascienden; solo queda asegurarnos de su protección. Y esto lo hacen obedeciendo a un impulso cultural dirigido e imaginativamente a controlar el mundo natural mundo despiadado, monolítico y fijo que le zarandea, a ordenarlo mejor haciéndolo más flexible y benévolo por la energía de la creencia y del ritual. Pero a la vez el ataúd es epifanía de una ausencia -en él hay vida no muerte-, de un desiderátum, a modo de vida en plenitud, el que se escenifica en la ruidosa fiesta que se está celebrando con alegría incontenible allí mismo y en ese mismo momento. El salto del ataúd a la fiesta, la simbiosis del ethos y pathos, la simultánea ritualización en el mismo escenario del placer de vivir y de la terribilidad del morir dice mucho del pueblo que la dramatiza, es su metáfora. Nuestro deseo de vivir supera con mucho el breve tiempo que vivimos; la vida sigue la fiesta continúa. La romeril celebración en Ribarteme,  en Gente, en Amil, en Pobra do Caramiñal, etcétera, es en su virtualidad una alegoría de lo que somos y una metonimia de lo que pronto seremos”. Carmelo Lisón. De la estación del amor al diálogo con la muerte. Madrid, ed. Akal, 2008, p. 100.

No parecen justificables descalificaciones de estas prácticas rituales, por otra parte tan cargadas de significado y tan profundamente humanas.